A varios meses de las Elecciones Legislativas 2013 un proyecto oficialista fue presentado, el cual, de prosperar permitirá que se amplié la cantidad de votantes en la República Argentina. Sucede que de aprobarse la reforma pretende que los jóvenes pueden votar a los dieciséis (16) años, ampliándose la base de electores en 2.1 millones. De acuerdo a una nota de Clarín, un tercio de los nuevos votantes de 16, viven en los hogares que reciben los planes sociales del Gobierno.
De prosperar la iniciativa oficialista votarían los jóvenes desde los 16 años de edad y de acuerdo a Clarín uno de cada tres vive en hogares con planes sociales.
Se ampliaría la base de electores en 2.1 millones, y gran parte de ese número, unos 1.4 millones, son los adolecentes que actualmente tienen entre 15 y 16 años, ya que los de 17, para el año próximo, ya tendrán el derecho adquirido de los 18 años.
Los partidos políticos se encuentran ante una polémica si se los debe incluir o no. Mientras que la nota del matutino divide a la juventud en dos grandes subgrupos: los que están, o no, dentro del sistema.
Según las estadísticas, inclusive las oficiales, dan cuenta de la magnitud de la brecha social: de acuerdo con el Censo 2010, el 18,6 %de los jóvenes de entre 15 y 17 años no va al colegio.
Aníbal Fernández, Ministro del Interior, es uno de los coautores de la iniciativa que llegó a la comisión de Asuntos Constitucionales del Senado el jueves 23 de agosto, junto a otro proyecto que pretende ampliar el derecho al voto para los ciudadanos extranjeros residentes (serían 1,3 millones más de electores).
En los argumentos del proyecto dicen que se pretende «ampliar derechos» de «aproximadamente dos millones de jóvenes». Y se dice, textual:
«El aliento brindado a la Señora Presidenta por miles de jóvenes… nos convencen de la necesidad de modificar la edad mínima requerida para votar».
El funcionario en declaraciones públicas el día miércoles pasado, fue algo más cuidadoso y dijo que «la mitad de los jóvenes estarían» interesados en ir a las urnas, sin hablar del oficialismo. «Nadie tiene la vaca atada».
