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«Carancho», Lucrar con el Dolor Ajeno

La semana pasada se estreno la película que protagoniza Ricardo Darín, «Caranchos», es una historia del increíble negocio de lucrar con el dolor ajeno. Es algo lamentable pero realmente existe en la vida real, estafadores que se aprovechan de las victimas para cobrar indemnizaciones cobrando altas comisiones o sacándoles dinero. Compran casos en accidentes en hospitales y comisarias. Existen trampas en los cementerios o lo último como publicó el Diario Clarín, que intentaron engañar a un periodista de ese matutino. El diario publicó una nota que fue protagonista un periodista, que lamentablemente a solamente cuatro horas de haber enterrado a su padre, su hermano atiende le teléfono. Una vos muy amable y hasta acongojado, lo saluda y se identifica como […]

La semana pasada se estreno la película que protagoniza Ricardo Darín, «Caranchos», es una historia del increíble negocio de lucrar con el dolor ajeno. Es algo lamentable pero realmente existe en la vida real, estafadores que se aprovechan de las victimas para cobrar indemnizaciones cobrando altas comisiones o sacándoles dinero. Compran casos en accidentes en hospitales y comisarias. Existen trampas en los cementerios o lo último como publicó el Diario Clarín, que intentaron engañar a un periodista de ese matutino.

El diario publicó una nota que fue protagonista un periodista, que lamentablemente a solamente cuatro horas de haber enterrado a su padre, su hermano atiende le teléfono. Una vos muy amable y hasta acongojado, lo saluda y se identifica como perteneciente a la cochería y explicó que está chequeando la atención recibida durante el servicio prestado por la funeraria. Si los empleados habían llegado a horario, si fueron bien atendidos, luego del ¿Volvería a recomendar a la empresa?, el hombre explicó que el trámite para obtener el certificado de defunción, podía demorarse varios días, pero podía acelerarse si se pagaba «ya mismo» un adelanto del servicio. Ofreciendo muy amablemente:

  • Si le parece, le enviamos hoy mismo un cobrador a su casa.

En ese momento fue cuando el hermano del periodista dudó, como seguramente dudan las cientos de víctimas de estos «caranchos». Finalmente, en su dolor y tristeza, con una gota de lucidez en medio de ese sentirse aturdido de la congoja, para darse cuenta de que lo estaban timando. Le dijo que no, que prefería ir a pagar a la cochería tal como se había acordado.

Después al consultar en la Cochería le informaron que era un embaucador y explicaron que:  «Dos de cada tres clientes sufren esos intentos de extorsión».

Algo parecido le ocurrió a Guillermo Salatino, periodista de tenis, lo  contó a Radio La Red, que su familia a las pocas horas de fallecer su hijo Alejandro, recibió un llamado de una supuesta cochería y dijo que: «Se llevaron dos mil pesos. Le quiero decir a la gente que no le paguen a nadie y lo lleven a las oficinas de las cocherías. Nada me parece más bajo que aprovecharse de un momento como ese. Cuidado que hay gente miserable.»

La película «Carancho» de Pablo Trapero, Ricardo Darín protagoniza un abogado llamado Sosa, quién perdió su título debido a alguna vieja tropelía, dedicándose actualmente a estafar a víctimas de accidentes de tránsito, a las que embauca para quedarse con formidables porcentajes de lo que pagan las compañías de seguro.

Pablo Trapero cuenta que trabajo durante un año y medio en el guión, contando una historia de amor entre Sosa (Ricardo Darín) y Luján ( Martina Gusman), médica joven que trabaja «para salvar vidas, mientras los otros se aprovechan de las víctimas». Trapero se entrevistó con abogados buenos y de los otros.

«Los abogados de accidentes de tránsito son vitales para muchas personas que no sabrían cómo reclamar sus derechos. Pero muchos pasan la línea ética. Y hay muchos cómplices que colaboran».

En la película: el falso abogado Sosa se queda con el 90% de las indemnizaciones, inclusive provoca accidentes con personas marginales a los que les parte las piernas, dándole un mazazo, para ganar dinero. Trapero dice «Es un mundo real».

En el Colegio de Abogados de la Capital Federal, el Tribunal de Disciplina audita a unos 70 mil abogados que se encuentran activos en esa Ciudad. Se reciben unas 1.500 denuncias por año de abogados, aparentemente se quedan con dinero de sus clientes.

Graciela Rizzo, miembro del Tribunal de Ética, explica que: «Es un problema y trabajamos para controlarlo. Nuestro Código de ética es claro: los abogados no pueden usar a intermediarios para llegar a sus clientes ni cobrar honorarios más allá de lo establecido, es decir, el 20 por ciento o hasta el 40 si se hacen cargo de todos los gastos del juicio».

Desde el año 1987 se impuso en Argentina el Código que regula la conducta de los abogados imponiendo la prohibición de los intermediarios. Desde entonces ya era una práctica habitual el sistema de los «caranchos», sólo que se va perfeccionando. Actualmente, nacen generalmente en la guardia de los hospitales, en los servicios de ambulancias, en las comisarías, en las cocherías o incluso en los avisos fúnebres, de donde sacan los datos las falsas cocherías.

En esta actividad ilegal no se les llama «caranchos» sino que «punteros», pueden ser los camilleros, policías, médicos, empleados de funerarias, etc. personas que consiguen «los casos». Estos hacen el enlace con los abogados, conocidos como «bolseros» o «mayoristas», quienes por cada cliente, según el beneficio, les pagan entre $2.000.- y $3.000.-

Eduardo M., abogado especialista en accidentes, explicó que: «Un herido con fracturas múltiples vale 3.000, porque el abogado va a sacarle 30 o 40 mil pesos al seguro». Una vez obtenido «el caso» los «bolseros» pueden fabricar oro. Objetivos:

  1. Lograr que la víctima les firme un poder de representación total.
  2. Con el documento firmado, van a las compañías aseguradoras y negocian o van a juicio.
  3. Cuando cobran la indemnización a sus victimas, les dan una pequeña porción.

El Centro de Seguridad Vial, CESVI, que depende de las empresas aseguradoras,  sostiene que el 10 % de los casos esconde algún fraude, desde la rotura falsa de vidrios hasta la falsificación de accidentes. Marcelo Aiello, del CESVI, dice que: «Hay organizaciones que se dedican exclusivamente a esto. Son bandas que provocan los siniestros o magnifican los daños, incluso llegan a mutilar a las personas que por falta de información o acceso a necesidades básicas se prestan a este tipo de prácticas. Estas bandas delictivas, muy bien organizadas, tienen todos los eslabones de la cadena unidos. Incluso se involucran miembros de la policía, hospitales y hasta las casas de velatorio»

Si bien las compañías aseguradoras tienen sus redes de protección, estas, son siempre insuficientes. Cuentan con bases de datos o «listas negras» de estudios jurídicos sospechosos y lugares o localidades marcadas en rojo. Un abogado de las aseguradoras comenta que: «Si nos llega un accidente de Mercedes o de Olavarría, sabemos que hay que estar atentos o acudir rápido al lugar para llegar antes que el carancho». El fraude es muy difícil de detectar, inclusive la de «los casos» de los «rompehuesos», así llamados a los que fabrican los accidentes.

En mayo del año pasado, en la localidad de Laferrere se pudo detener a un abogado, acusado de haber fracturado y manipulado a más de 50 clientes. Contrataba indigentes les pagaba $2.000 como adelanto y manutención hasta su cura. Él después de cobrar una fortuna, según dice Eduardo que: «Una fractura de tibia y peroné se paga 35 mil pesos. Al indigente le tiran, entre anticipo y mantenimiento, como mucho tres mil».

Como vemos, la película «Carancho» es un fiel calco de la realidad. Y así, punteros, bolseros, mayoristas, caranchos o como quieran llamarse, no todo termina con un accidente, sino que se extiende con largos juicios también, contra las Aseguradoras de Riesgos del Trabajo, ART, por lo accidentes laborales, pero en este sector no son tanto los fraguados sino que se trata de los exagerados, avanzando hasta la muerte. Las cocherías fúnebres, también tienen «punteros» en los hospitales, muy dispuestos a entregar una tarjeta de recomendación.

Aún en los peores momentos, se debe estar prevenido ya que según explica  Victoria Engelbart, de Lázaro Costa, las funerarias falsas: «llaman el día del entierro, para agarrar a la familia obnubilada».

Si bien este «negocio sucio» es conocido es muy difícil agarrarlos con las manos en la masa ya que los llamados «caranchos» nunca van de frente. se mueven en remixes o si llaman por teléfono lo hacen de los locutorios muy imposible de detectar.

Clarín

2 comentarios en “«Carancho», Lucrar con el Dolor Ajeno”

  1. Hace un rato llegué de ver la película y estoy leyendo sobre el tema. Muy completo el informe que presentan aquí sobre los usos y métodos de estos «caranchos» y «punteros»

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